Decidida y resuelta entra en el salón de conferencias la nicaragüense María Teresa Flores Sosa para contar con detalle lo que ha sido una verdadera experiencia de vida. Se define a sí misma como una mujer dispuesta y madre de cuatro hijos que trata de buscar una salida a los problemas económicos que sufre en una de las zonas más pobres y violentas de Nicaragua donde vive, una aldea que ni tan siquiera tiene electricidad.
Sentada a su lado se encuentra la periodista Pilar Requena, gran conocedora del proyecto del que han formado parte más de 750 mujeres de 54 países desfavorecidos, la cual realizó un reportaje sobre el mismo titulado “Las mujeres de la luz”, emitido en el programa de LA 2 de TVE “En Portada”.
Este proyecto, está promovido por el Barefoot College, una escuela y centro de desarrollo ubicado en Tilonia (India) y denominado como “centro de pobres para pobres” que trata de dar una formación a las personas que más lo necesitan de nuestra sociedad. Las mujeres seleccionadas para formar parte de esta enseñanza durante seis meses, son, en su mayoría analfabetas o semianalfabetas, procedentes de los países menos desarrollados del mundo y son entrenadas con el fin de convertirse en expertas en energía renovable y desarrollo sostenible, para más adelante ser capaces de instalar, mantener y reparar paneles solares en sus respectivos países. El objetivo básico de esta iniciativa es que esas mujeres, una vez acabado el período de aprendizaje, vuelvan a sus respectivas aldeas, formen a otras y sirvan como ejemplo de empoderamiento de la mujer.
El método de aprendizaje que lleva a cabo el Barefoot College consiste en la asimilación de una táctica por colores que repiten una y otra vez, apoyadas en un manual con gráficos y dibujos y con los pasos a seguir para facilitar el estudio en esta materia a futuras participantes del proyecto. Para muchas, supuso abrir el primer libro de su vida, y la emoción fue evidente.
María Teresa toma la palabra y comienza a relatar, ya más nerviosa, el camino que emprendió hace algo más de dos años cuando fue seleccionada, por su buena y siempre activa disposición hacia su comunidad, para ir a la India y convertirse en ingeniera solar. Flores dice que se sentía incapaz, nunca había salido de su país, pero el sentimiento de responsabilidad hacia su familia la impulsó a coger el avión que la llevaría al principio de una nueva vida, al principio del cambio.
Son pocos los minutos que la invitada tarda en sentirse relajada como ponente, como protagonista que es de su propia historia, y en ganarse a un público que no deja de disfrutar sin perder detalle de cada una de las peripecias que María Teresa vivió en su viaje a la India.
Sus ojos, sus gestos y sus palabras demuestran que es una mujer atrevida, viva y llena de energía. Pero a pesar de la alegría que manifiesta, el miedo a lo desconocido era inherente a la situación que tenía ante ella.
Realizó el viaje hasta Tilonia con tres mujeres más, todas ellas llenas de fortaleza, que aprendieron a adaptarse a cada circunstancia que se las ponía por delante, porque, como ella reitera en varias ocasiones, “nosotras representamos a un país y tenemos que hacerlo bien”.
Continúa explicando que cuando llegaron al Barefoot College convivían con mujeres de otras culturas que hablaban lenguas extranjeras y con las que era muy complicado comunicarse, pero lo consiguieron ayudándose pues, como afirma, “juntas todas éramos una”.
Ahora, de vuelta a su país, está esperando a que lleguen los paneles solares a finales de marzo para comenzar a instalarlos y dar luz a al menos 50 familias de las 73 que forman su comunidad. María Teresa reconoce sentirse una mujer más especial y un poco más importante porque tiene el cometido de seguir con esta enseñanza que dice llevar a cabo con confianza y desde la amabilidad, para que esas mujeres se sientan fuertes, capaces y seguras de llevar junto a ella la luz a sus aldeas.